¿Qué es el vértigo?
Es una palabra que resuena en mi cabeza desde algún tiempo, la primera vez que la pensé, pude contemplar en mi cabeza la semilla que, sin yo saberlo, había dejado en mi la colección de mi compañero de carrera Antonio Sicilia, titulada “vértigo” de 2017 y a la cual hace relativamente poco la encontré todo el sentido.
Era inevitable mencionarla al hablaros de este tema, por ello la busqué de nuevo y estaba en lo cierto, al parecer habla exactamente de ese concepto que ronda por mi cabeza, de la sensación de salto al vacío que experimentamos cuando salimos de nuestra zona de confort.
De pequeña, una de las muchas profesiones que pensaba que tendría, era la de trapecista. Me fascinaba ver como volaban en el aire haciendo piruetas como si de una pluma se tratasen, en realidad creo que por eso también me encantan los pájaros, fluyen por el aire sin miedo a caerse, ¿Por qué debería de tenerlo? Saben volar 😎. También tenemos el ballet y como no, el patinaje sobre hielo, donde sus deportistas también parecen flotar, digo parecen, porque en realidad hacen esfuerzos muy grandes que enmascaran tras la sutileza de sus movimientos.
Eso me hace pensar que quizás es así como muchos valientes afrontan la vida, haciéndonos pensar que flotan, pero para ello primero han tenido que hacer el esfuerzo de impulsarse y saltar y no solo esto, sino también de vencer al vértigo de hacerlo.
Tal vez la vida sea un tablero de Ajedrez, donde nuestro adversario es la propia vida. Podríamos jugar de dos formas, intentando sacar todas nuestras armas y atacar o simplemente jugar defendiéndonos de ella e intentando que no acabe con nosotros. O con un poco de ambas, ya que habrá jugadas que nos haga la vida que no podamos sortearlas y simplemente nos vengan dadas, pero incluso en esos momentos tendremos que tomar decisiones. En realidad, creo que hasta la persona más conformista deberá tomarlas por pequeñas que sean.
Luego están esas decisiones que nos dan vértigo, ese gran salto a lo desconocido, sin saber si llevamos paracaídas, lo más curioso de esas decisiones es que cuando decides saltar puedes descubrir dos cosas:
- Si te caes, puede que te levantes lleno de barro o tierra, pero la lavadora hace milagros y si te rompiste el pantalón para eso estamos las modistas. 😊
- Que no te hacía falta el paracaídas porque naciste con alas, que bueno, quizás al principio vueles torpemente y te salgan agujetas (ya, ya lo sé, las alas no tienen músculos), pero recuerda que al principio gateabas y ahora andas e incluso a veces corres, ¿no crees que molará también esto de volar? 🦅
Y si no tomas la decisión, igual no pasa nada y sigas en tu zona de confort, pero a veces el no tomar cierta decisión hará que permanezcas en un vértigo constante, como si vivieras en una casa hecha de palos mal atados en lo alto de una secuoya.
Así que creo que el vértigo siempre estará en gran parte de las decisiones de nuestra vida, pero no podemos pasar de largo por ellas sin tomarlas de una forma u otra, ya que el corazón no late a medias, los pulmones no respiran a medias y los pájaros no pueden alzar su vuelo con un solo ala. O quizás sí, quizás incluso en cualquiera de los casos dando el salto puedas ser completamente feliz de cualquiera de las maneras.